Los Evangelios nos presentan datos muy escuetos sobre María Magdalena. Lucas nos indica que estaba entre las mujeres que seguían a Jesús y le asistían con sus bienes (Cfr. Lc 8, 2-3), de la misma manera la mencionan como parte de un grupo de mujeres que contemplaron de lejos la crucifixión (Cfr. Mt 27, 55-56; Mc 15,40-41; Jn 19, 25) y de las quedaron sentadas frente al sepulcro (Cfr. Mt 27, 61) mientras sepultaban a Jesús (Cfr. Mc 15, 47). Asimismo, señalan que en la madrugada del primer día de la semana María Magdalena y otras mujeres volvieron al sepulcro a embalsamar el cuerpo de Jesús con los aromas que habían comprado, en aquel momento un ángel les comunica que Él había resucitado y les pide ir a comunicarlo a los discípulos (Cfr. Mt 28, 1-8; Mc 16, 1-7; Jn 20, 1-10). María Magdalena se quedó junto al sepulcro llorando y se encuentra con Jesús resucitado quien tuvo misericordia de ella y le pide ir a anunciar a los discípulos que subía a su Padre (Cfr. Jn 20, 11-18), transformando así sus lágrimas en gozo pascual; por eso la Tradición de la Iglesia la ha llamado en Oriente “Isapóstolos” (igual a los apóstoles) y en Occidente “Apostolorum Apostola” (Apóstol de los Apóstoles).
María de Magdala tiene un papel muy especial como la primera testigo ocular (“Testis Divinae Misericordiae” – Gregorio Magno) que vio a Cristo Resucitado, la primera que ve el sepulcro vacío, la primera en escuchar la verdad de su resurrección y al convertirse en la primera mensajera (misionera) que anunció la resurrección del Señor a los Apóstoles (“Apostolorum Apostola”). Ella es ejemplo de una auténtica evangelizadora que comunica la buena noticia del Evangelio, el gozoso mensaje central de la Pascua. Asimismo, su vida es ejemplo de correspondencia, ella que mostró un gran amor a Cristo, fue tan amada por Él, quien muestra consideración de su angustia cuando le buscaba en el sepulcro del huerto. Es aquí donde resalta el contraste entre las dos mujeres presentes en el huerto del paraíso, Eva, y en el huerto de la resurrección, María Magdalena. La primera, difundió muerte (pecado) donde había vida, y la segunda, anunció la vida desde el lugar de la muerte.
Jesús Resucitado, que en todo momento alecciona a sus discípulos, le indica a María Magdalena, “Noli me tangere” (no me toques), que no es otra cosa que una invitación a toda la Iglesia para vivir una experiencia de fe en Cristo Vivo, que supera toda acción materialista y seguridades humanas, para el discernimiento del misterio divino.
Por expreso deseo del Santo Padre Francisco, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó un decreto, con fecha 3 de junio de 2016, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, con el que la celebración de Santa María Magdalena es elevada en el Calendario Romano General al grado de fiesta, mismo que es dado a la celebración de los Apóstoles para que se destaque la especial misión de esta mujer, que es ejemplo y modelo de toda mujer en la Iglesia.
